Durante las últimas semanas, desde inicios de septiembre, los ojos del mundo han estado puestos en una pequeña isla española de no más de 80 mil habitantes, desde cuyo volcán Cumbre Vieja nos llegan por todos los medios de comunicación, permanentes actualizaciones sobre la ocurrencia de sismos, columnas de cenizas y ríos de lava que desembocan en el mar, entre otros llamativos fenómenos naturales.
“En los últimos días hemos podido presenciar una erupción muy particular en el volcán Cumbre Vieja, en la Isla de La Palma”, explicó el Dr. José Luis Palma Lizana, académico del Departamento de Ciencias de la Tierra, DCT, de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad de Concepción.
“El tipo de erupción que se desarrolla en La Palma”, continúa el experto, es similar a lo que se ha observado en otras erupciones recientes en Hawaii y en Islandia. Este tipo de volcanismo se denomina ‘punto caliente’ (hot-spot en inglés), y se caracteriza por transportar magma desde el manto, bajo la corteza de la Tierra. La mayoría de este tipo de volcanismo construye islas volcánicas”.
El especialista en el estudio de amenazas naturales y procesos geológicos, particularmente volcánicos y de remoción en masa, detalló que “vemos chorros de lava siendo expulsados verticalmente desde diferentes puntos en la superficie del sur de la isla. Estos procesos se conocen técnicamente como ‘fuentes de lava’, y se producen por la llegada del magma a la superficie cargado con gases volcánicos, que provocan explosiones y arrojan pedazos de esta lava hasta cientos de metros de altura. Este proceso se parece mucho a lo que observamos cuando abrimos una botella de champaña previamente agitada. La diferencia, es que en La Palma estas fuentes de lava pueden mantenerse activas por varias horas. Y junto con estas fuentes de lava, en este tipo de volcanismo es común ver la emisión de flujos de lava, que se desplazan por la superficie de la isla, cerro abajo, quemando y sepultando todo lo que encuentran a su paso”.
El Dr. Palma es Geólogo (2001) y Magister en Ciencias Mención Geología de la U. de Chile (2004), además de Doctor en Ciencias de la Tierra de The Open University de Reino Unido (2009) y advirtió que “es importante hacer una distinción al comparar la erupción en La Palma con erupciones en Chile. Desde el punto de vista del tipo de volcanismo, en Chile tenemos, por ejemplo, la isla de Pascua (Rapa Nui) e isla Robinson Crusoe como remanentes de erupciones de tipo similar al visto en La Palma, pero en Chile no hay registros históricos de este tipo de actividad volcánica”.
“Sin embargo”, detalló, “en Chile, tenemos muchos volcanes que han mostrado y podrían mostrar similar comportamiento. Por ejemplo, los volcanes Villarrica y Llaima han desarrollado fuentes de lava en sus últimas erupciones, el 2015 y 2008-2009 respectivamente. En estos mismos volcanes también se han desarrollado flujos de lava de similar movilidad y extensión. Un lugar en particular de fácil acceso donde se puede observar un extenso campo de flujos de lava es el lado norte del volcán Lonquimay. Aquí, además, se puede acceder y ascender al cono Navidad que se formó durante una erupción en 1989. El cono Navidad es un pequeño volcán que tiene características similares a los conos que se han construido durante la erupción en La Palma”.
En cuanto a paralelos que se podrían establecer entre los procesos del Cumbre Vieja y los de macizos chilenos recientemente activos, como el Nevados de Chillán, el experto lo descartó. “El tipo de volcanismo, fenómenos y características de la actividad son muy distintos”, afirmó.
Respecto a los efectos, el investigador de la UdeC sostuvo que “el principal impacto de la erupción en La Palma es la pérdida del desarrollo urbano que se había creado. Muchas casas están siendo sepultadas por las lavas; también iglesias, comercio. Estos terrenos no se podrán recuperar en el corto-mediano plazo, y el desarrollo urbano y social post-erupción requerirá una adaptación de la población a las nuevas condiciones de vida en la isla”.
En este sentido, el Dr. Palma, afirmó que “mientras se mantiene la erupción muchos habitantes de la isla deben evacuar, y otros deben soportar la caída de ceniza y los molestos gases volcánicos; estos gases pueden ser muy nocivos con una exposición prolongada. Las cenizas también tienen un impacto negativo a mediano plazo en zonas agrícolas, por la cobertura densa en algunos sectores y por la potencial contaminación de suelo y agua”.
“La erupción en La Palma, una isla volcánica”, reflexionó el científico, “deja en evidencia la importancia de la planificación territorial, el monitoreo volcánico y una correcta gestión para enfrentar este tipo de emergencias. En el lado sur de la isla se ha presentado una alta actividad volcánica histórica. Sin embargo, se ha permitido el crecimiento urbano en sectores reconocidos como zonas de peligro volcánico por las instituciones de investigaciones geológicas y encargadas del monitoreo. Todo este desarrollo urbano se encuentra amenazado por la actual y futuras erupciones en la isla”.
“¿Cómo se gestiona el riesgo de desastres en este escenario? ¿Qué garantías de seguridad y de recuperación económica tienen los habitantes de estas zonas expuestas a la actividad volcánica?”, se pregunta el experto en volcanología. “Estos temas son muy complejos en escenarios como el que se presenta en La Palma. En Chile, también tenemos poblados cercanos a volcanes activos y expuestos a los fenómenos que se podrían generar en próximas erupciones. Y aún no tenemos suficientes estudios expertos que nos indiquen en detalle la amenaza y riesgo de estos poblados, y que permitan una buena planificación de emergencias. La planificación territorial que se realiza en Chile comúnmente no considera adecuadamente la evaluación de amenaza volcánica, permitiendo que el desarrollo urbano y económico aumente el número de personas expuestas a fenómenos naturales. Esto aumenta las potenciales consecuencias negativas en la salud de las personas, infraestructura y en nuestra economía”.
Monitoreo volcánico en tiempo real desde la UdeC
En tanto, la Dra. Verónica Pineda Mascayano, Geóloga de la U. de Chile (1983) y Doctora en Ciencias Ambientales del Centro de Ciencias Ambientales EULA-Chile de la UdeC y también académica del DCT UdeC, encabeza actualmente el proyecto Monitoreo Volcánico de Alto Biobío, que comenzó a operar a partir de 2007, en el marco de un contrato entre la Universidad de Concepción y ENDESA, actualmente ENEL. “Este proyecto fue gestado por el Dr. Adriano Cecioni Raspi, por una duración de cinco años y posteriormente, desde el 2011, se han sucedido nuevas adjudicaciones de las licitaciones que se realizan cada tres años”, explicó la investigadora.
“El sistema de vigilancia volcánica en el Alto Biobío”, explicó la Dra. Pineda, “consiste en el monitoreo de la actividad de los volcanes ubicados alrededor de la cuenca hidrográfica del río Biobío, así como también la actividad sísmica asociada a la falla Liquiñe-Ofqui en el área. Los volcanes Tolhuaca y Lonquimay en la región de la Araucanía, y los volcanes Callaqui y Copahue en la región del Biobío, son monitoreados en tiempo real por estaciones sismológicas y cámaras IP (Internet Protocol) de video. Los datos obtenidos por los instrumentos de cada estación se transmiten a la Central de Monitoreo ubicada en el campus Concepción de la UdeC”.
La experta en Sedimentología, Contaminación de sedimentos por metales pesados, y en Monitoreo volcánico, detalló que “la importancia de este proyecto, el cual tiene un registro continuo de la actividad sísmica por más de 10 años, es que ha permitido conocer los patrones de sismicidad de base de cada volcán y de esta forma poder entregar información oportuna ante la probabilidad de una erupción”. En este proyecto de monitoreo también participan el Dr. Jorge Quezada Flory (también académico del DCT UdeC), Dr. Diego González Vidal, Dr. (c)Andrés Oyarzún Suazo, Marcelo Ramírez y Pedro Bravo Pérez.