Como es tradición, cada año, se otorga el Premio Universidad de Concepción a quienes obtuvieron la mejor calificación de su generación, además de terminar su carrera en el tiempo correspondiente y aprobar cada asignatura en la primera oportunidad.
En esta ocasión, fueron 77 los/as merecedores/as de la máxima distinción que otorga la UdeC, entre quienes estuvo Daniela Morales González quien terminó en 2023 sus estudios de Geología y actualmente se desempeña como como ayudante de investigación en el Instituto de Geología Económica Aplicada (GEA).
En su memoria de título ‘Mineralización de sulfuros controlada por microorganismos en microbialitos del salar de Atacama’, Daniela desarrolló -bajo la dirección del biólogo Dr. Jorge Osman Naoum- un estudio en torno a “una comparación entre la mineralogía y los microorganismos que hay, para definir qué microorganismos eran responsables de la formación de pirita. Estuve investigando esto, sobre todo, realizando análisis estadístico, para poder desarrollar un modelo de precipitación de ese mineral”.
Daniela explica que, al momento de definir su tema de memoria buscó alternativas relacionadas con actividades de laboratorio y/o análisis de datos porque es la parte que más la motiva de las opciones que entrega la carrera. “La Prof. Verónica Oliveros me comentó que el Prof. Osman estaba buscando estudiantes tesistas en el marco de su proyecto Fondecyt, así es que lo contacté y comencé a trabajar con él”.
Aunque no descarta, a futuro, seguir el camino tradicional de la minería, Daniela afirma que “la geología no es sólo irse a trabajar al norte o estar siempre en campamentos en terreno, es mucho más interdisciplinario, se pueden hacer muchas más cosas, por ejemplo, hidrogeología o, como en mi caso, geomicrobiología, entonces no es solamente minería, sino que uno puede buscar, conversar con otros científicos y ver qué más se puede hacer”.
Su trabajo de campo en el salar de Atacama, región de Antofagasta, ~ 2.200 msnm- consistió en tomar muestras en distintos sitios para analizarlos en los laboratorios del GEA con distintas técnicas. “Tomamos muestras del agua y muestras directas de microbialitos, que es lo que está en el fondo, en las capas de colores que se ven a simple vista”, explica Daniela.
Durante las jornadas de terreno, Daniela realizó una charla en la localidad de Toconao dirigida a integrantes de una comunidad local de pueblo atacameño. “Estuvimos explicando qué son los microbialitos, su importancia, siempre intentando no llegar a imponer la geología y biología, sino que generar como un diálogo y recoger sus opiniones, reconociendo el conocimiento que ellos tienen también”.
“Se puede hacer un análisis de agua para poder ver si hay alguna relación entre esa química con el microbialito; también se puede hacer difracción de rayos X para identificar los minerales que pueden estar formando esta estructura; se hace análisis genómico para ver cuáles son las bacterias que hay ahí; se puede hacer también análisis con microscopio óptico o con microscopía SEM que es otra técnica; se puede hacer análisis de isótopos; y muchos otros, pero ésos son los principales”.
En el caso de la microscopía SEM, profundiza Daniela, “se ve a mayor detalle y se pueden identificar los aros de pirita que se forman y, a partir de eso, obtenemos información numérica para determinar, por ejemplo, cuánta pirita había; es un estudio semicuantitativo, y con esos números, hacemos todo el análisis estadístico, en base a números de bacterias, números de minerales, proporciones de minerales y bacterias, y así los fui relacionando con las cuatro lagunas del salar que estudiamos”.
Estos distintos sitios de toma de muestra, explica Daniela “tienen distintas características, en términos de concentración de elementos, temperaturas, pH, y así se va diferenciando la química que puede afectar al finalmente al microbialito”.
“Por ejemplo, el aspecto físico que tienen las muestras que sacamos dicen mucho, como que si tienen un color más púrpura implica que tienen más bacterias reductoras de sulfato o, si se ve un color verde es por la presencia de cianobacterias, entonces, hay que estar atento a los detalles que pueden influir”, ejemplifica.
Daniela dice que, en su caso, la clave para destacar académicamente ha sido “la constancia y encontrar un hábito de estudio. Yo no soy de esas personas que estudian mucho o que madrugan estudiando, pero soy muy organizada, y fui haciéndome un hábito”.
Reconoce que los primeros años no fueron fáciles. “Ramos como álgebra y cálculo no fueron muy fáciles para mí entonces, por eso es importante aprender cómo uno tiene que estudiar, uno tiene que conocerse y para eso hay que trabajar, poco a poco, todos los días un poco”.
En este sentido, también destaca el rol que jugaron sus pares en la adquisición de estos hábitos. “Siempre hacía los trabajos con mi grupo específico de amigos que tuve la suerte de que también trabajan súper bien y me gustaba mucho que nos repartíamos las tareas y no era como que hubiera alguien que designaba, sino que todos decíamos qué iba a hacer cada uno. No sé qué hubiese hecho sin ellos”.
“Agradezco infinitamente a mis padres, Nancy y Juan, quienes jamás me hicieron sentir presionada con respecto a mis estudios, dándome a entender que fallar es parte de la vida, y que se debe seguir adelante”, destacó Daniela.
Daniela se proyecta en el ámbito de la investigación científica y motiva a otros/as estudiantes de la carrera a atreverse a ejercer la geología más allá de las labores más tradicionales.
“No piensen que tienen que irse obligatoriamente al norte, sino que empiecen a ver otros temas que son posibles de investigar, donde se puede obtener apoyo y que no se sientan presionados a seguir una sola línea. Si quieren investigar, que lo hagan, aunque se dice que este campo es reducido y que es necesario tener contactos, una puede atreverse y hablar con las personas y así surgen estas oportunidades, que intenten ver otras opciones que hay para el futuro”, enfatiza.
Actualmente, Daniela se desempeña en el campo de la investigación, habiendo ya obtenido su primera publicación como coautora y sus planes ahora son “ir ampliando un poco más mi curriculum porque hacer trabajos de investigación y tener publicaciones suma harto y sirve mucho para hacer un postgrado. Mi intención es seguir un doctorado porque encuentro que la investigación es lo que más me gusta hacer y, de hecho, seguimos trabajando en otras publicaciones que van a salir prontamente”.
Geología es un programa de pregrado que se dicta en el Departamento de Ciencias de la Tierra de la Facultad de Ciencias Químicas de la UdeC. “Daniela fue un excelente estudiante, comprometida con el apoyo a la docencia”, destacó la Dra. Fernanda Álvarez Amado, académica de esa repartición, quien ejerció la jefatura de carrera hasta el 30 de junio. “Por otra parte, fue la primera titulada del Plan de Estudios 2021, con un trabajo sobresaliente e interdisciplinario”.
En tanto, la Prof. Sylvia Palma Heldt enfatizó que “la conocí en el año 2020, en plena pandemia, junto con Maite Aguilar y Diego Volosky; ellos eran amigos y fueron un 7 conmigo. Apenas se pudo empezar a hacer algo de práctico de Paleontología, ellos hicieron todo, para que yo no tuviera que venir a la Universidad”.
“Daniela cursó Paleontología en el primer año de pandemia y se sacó un 7 en todo. Me llamaba la atención porque era muy eficiente, aprendía todo lo que le decía, es muy ordenada y meticulosa, además”, agregó.
“Después, fui comisión de su memoria en la que trabajó en los salares de Atacama, en un tema muy novedoso y fue una memoria muy ordenada, porque ella es así y terminó con excelente nota, uno de los promedios más altos que yo recuerdo: un 6,4 de promedio final de toda su carrera, y yo recuerdo dos o tres personas durante toda la historia de la carrera que terminaron con un promedio así de alto. Ella es muy buena, espero que encuentre trabajo y que le vaya súper bien”, afirmó la Prof. Palma.
“Como persona, también es muy agradable, cariñosa, respetuosa. La tengo incluso agregada al WhatsApp, y a veces me escribe para preguntarme cómo estoy, imagínate”, comentó la docente. “Les dije tanto a Daniela como a Maite que ellas a mí nunca se me van a olvidar, porque estando en pandemia encerrada y con angustia, sin saber lo que iba a pasar, porque no había vacunas, no había nada, ellas me tendieron la mano y me dieron esa ayuda y, en cierto sentido, me consolaban, me decían ‘quédese tranquila, profe, que todo va a estar bien’, entonces, eso no se olvida, por eso, a las dos las llevo por siempre”.